Un ego bien enfocado o encaminado, nos eleva la autoestima, nos incluye y nos abre puertas.
Un ego sano, nos permite abrirnos a otras posibilidades sin negar lo que hemos logrado.
Permite aceptar los logros ajenos, pues está tan satisfecho con su "yo" interno, que no tiene necesidad de competir con otros.
Sabe manejar su "yo" externo, y su sola presencia impacta sin necesidad de demostrar o vociferar lo que sabe, para ganar notoriedad.
Analiza las opiniones, desecha las malas críticas y le saca provecho a los comentarios, siempre en busca de mejorarse a sí mismo, según sus propios estándares. Discierne.
Un ego sano, se pule y se perfecciona a sí mismo. Su competencia es con él mismo.
Al contrario, un ego mal enfocado nos hace más pesado el camino.
Aquél o aquéllos que se toman demasiado en serio, rayan en lo ridículo alejándo y perdiéndo más que ganar.
Quien cree poseer la verdad absoluta, terminan siempre autoengañados y sin importancia alguna.
Su ego es y será su peor enemigo, pues éste le evita y le prohíbe abrirse hacia nuevas realidades...realidades y personas que pueden ser muy benéficas para su aprendizaje y evolución propia.
No hay nada más ridículo que un tipo (s) soberbio (s) que no desea escuchar lo que existe en su entorno mágicko.... sentádo en su "verdad" que poco a poco se pudre debajo de él. Y que se molestan cuando alguien les tira su argumento y le abren la cortina matinal frente a su necia y obstinada oscuridad.
Sí.... aprende a amarte y respetarte a tí mismx. Aprende a darte tu lugar.
Sin embargo ábrete a la posibilidad de estar equivocado o de creerte más de lo que has logrado u obtenido.
Los verdaderos ídolos aprenden a bajarse de sus pedestales de vez en cuando, para acercarse a lo ajeno y así lograr su aprendizaje ante lo 'diferente'.
Dra. Karolina Kuri