Una antigua leyenda griega asegura que los que mueren mientras duermen, tarde o temprano regresan para contar lo que soñaban.
¿Acaso es posible oír de nuevo a los que "se han ido"?
El animismo, derivado del culto hacia los antepasados, consideraba muy poderosos a los muertos; no a los espíritus sino a ellos, a las figuras de los muertos, cuya corporeidad no ofrece duda: no son seres vivos, pero existen, la muerte real y definitiva de los difuntos de los difuntos se producen justo cuando no pueden ya comunicarse o no tienen a quien patentizar su existencia... O peor aun, cuando son olvidados, (cosa que temen terriblemente, por eso se comunican).
El deseo innato de vivir eternamente se perpetua a través de los muertos, que "viven" en sus descendientes.
La ancestral reverencia por aquella mujer que muere durante el parto, e incluso más moderadamente, que dá a luz ya cadáver (que sí hay casos), resume un sentimiento sobrecogedor que dá fé de las hondas raíces del animismo en el subconsciente humano.
El culto a los muertos ha sobrepasado las fronteras del tiempo y la antropología actual ha dejado de considerar esa cultura como expresión de una "psicología primitiva".
Hasta aquí las manifestaciones elegidas como ejemplos de poder de los muertos y de su irresistible presencia en el mundo de los vivos, que pueden dar la impresión de que ese poder, en efecto, conserva una fuerza devastadora ante lo que sólo cabe resignarse.
El espíritu aun es un misterio, y éste concepto que la mente y ciencia moderna, se resisten a admitir.
No obstante, cuando se dice que el espíritu posee características imposibles de explorar y conocer a fondo, los racionalistas se ponen en guardia y aseguran que eso ""subestima el poder de las investigaciones"".
Hoy y por ende, la existencia de personas sensibles a la influencia de espíritus (llamados "médium") disfruta de la credibilidad científica otrora negada y se admite que la facultad de 'mediar' entre ambos mundos (el físico y el astral), no obedece a razones sobrenaturales.
Recalcarlo responde a la conveniencia de asumir que el título de "médium" sólo es atribuíble a personas especialmente dotadas para transmitir a los seres vivos, los mensajes del más allá.
Tratados en antaño (y aun el día de hoy, por personas ignorantes) con el concepto erróneo de un ""hechicero con pacto maléfico", el médium ha sobrevivido y es tan sólo un canalizador de mensajes de otros mundos.
El fuído de la comunicación espiritista se produce - y muchos colegas coinciden - a través del periespíritu y que ésta facultad obra de forma espontánea, incluso al margen de la personalidad del médium.
No obstante, existe la posibilidad de formarse como tal: llamado "Médium Facultativo", mediante la práctica y experiencia, de cuya eficacia dependerá la semejanza más o menos efectiva de la que distingue a uno natural.
Mientras los médiums naturales, al no intervenir su voluntad, son sujetos pasivos de materializaciones, poltergeists, levitaciones etc...los Facultativos no sólo pueden producir éstos fenómenos a voluntad , sino ir más lejos en los procesos comunicativos.
La fusión de ambas capacidades, situación en que el medio natural se convierte en Facultativo, raramente potencia los poderes mediumnicos, pues las potencias innatas tienden a disminuir y hasta desaparecer.
Las energías psíquicas no son acumulativas , como sucede con las físicas capaces de sumar componentes.
El tiempo, por otro lado, hace variable la sensibilidad del médium que puede llegar a perder todo poder o capacidad de comunicación y de evocación.
Una de las preocupaciones a tener en cuenta por parte de personas dotadas, es la administración moderada de sus facultades, entre otras razones porque sólo les "pertenece", en parte el efecto de la comunicación <periespiritual>.
Del grado de afinidad y de identificación de éstos sutiles medios de contacto, dependerá que la comunicación sea fluida, densa, abrumadora, premonitoria, coherente o...
Imposible; pues a veces aun en las mejores condiciones, la energía vital se desprende del organismo del médium y capta el fluido que el espíritu deja en libertad.
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Soror Aruhadit
