Lynda Schültz |
No me permitió pensar.
Abarcó todo el lugar pretendiendo ser la única reinante.
Poco le importó mi presencia.
Cuando me rodeé de oscuridad, igual me cegó, sin embargo comencé a escucharme a mí misma y a dialogar con mi verdadero <yo>.
En ese lugar, no necesité máscaras ni filtros, desnudé mi alma.
Después de todo de oscuridad venimos y a oscuridad regresamos.
Oscuridad en las entrañas de nuestras madres e igual oscuridad en lo desconocido existente, tras la Muerte.